Ateos y la vida antes de la muerte


Cemetery with old gravestones, moon and black raven

Las religiones abrahámicas (cristianismo, judaísmo e islamismo) promocionan consuelo en una supuesta vida después de la muerte, ¿pero es realmente un consuelo si se desprecia la vida antes de esta al considerar más valiosa otra?, ¿es realmente feliz el creyente que solo tiene la esperanza de una felicidad en un futuro incierto?

En esta esquina: la oferta religiosa

Sabemos que estas religiones, en todas sus variantes, tienen su base en la premisa de que un creador mágico creó todo el universo con la finalidad de ponernos en él y evaluarnos para decidir si merecemos vivir una eternidad posterior con él o no. Lo que aplicado a nuestra existencia significa básicamente que, según sus creencias, después de morir nos iremos a vivir con él (al menos en un caso ideal).

Y a pesar de que sea tentador poner a prueba la omnisciencia de este creador al evidenciar que no sabe si somos merecedores de ese premio, para lo cual se ve en la obligación de ponernos a prueba para poder decidir, en este artículo intentaré enfocarme solo en la conveniencia de esa promesa. ¿Cierto que es tentador? Ya, bueno, continúo…

Interesante resulta también el ver cómo esta premisa sigue la línea del personaje de este dios, un dios celoso y autoritario. Todo confluye en que nos creó solo y únicamente para ir a hacerle compañía. O nos vamos a acompañarlo o nos arroja a un reino de tortura interminable. Todas las enseñanzas del libro «sagrado» convergen en el objetivo final de irnos a su lado por siempre y cómo poder hacerlo. No existe ninguna otra opción. Me imagino a un tipo, algo retorcido, diciéndole a una mujer: «Si quieres sé mi novia y vente a vivir conmigo, o de otro modo te rompo las piernas con un martillo, pero tú eliges; te doy esa libertad de acción». Qué lindo 🙂

De hecho, y a propósito de moral y sentido común, en el caso de estas religiones lo «bueno» y lo «malo» es definido como lo que te lleva a vivir con él o lo que te lleva a ser castigado con sadismo por no hacerlo; nada más. ¿Por qué a los religiosos les gusta creer que ese es el sentido de la moral y no simplemente la sana convivencia?

El sentido de la vida del creyente

Según esta creencia religiosa, el sentido de la vida es el llegar a esa eternidad con su «salvador», y pongo la palabra entre comillas porque a ese tipo que amenaza a la mujer con romperle las piernas, al menos yo, no lo llamaría un «salvador». Estamos en una placa de petri gigantesca donde somos observados sin ningún derecho a privacidad. Y es entretenido eso, porque si este dios lo sabe todo, ¿por qué además necesita estar observando lo que hacemos?, ¿no debería haber decidido ya si sabe perfectamente qué hacemos y qué haremos con antelación?

En fin, el tema es que como al parecer no lo sabe todo, debe ponernos en el mundo y ver cómo actuamos. Y obviamente la mejor manera de indicarnos cómo hacerlo, es haber aparecido el siglo de la @#$%& ante unos pastores de un pueblucho perdido en medio del desierto, dando indicaciones vagas y difíciles de interpretar. Las cuales serían traspasadas a texto algunos siglos después, luego de haber sido pasadas las historias de boca en boca durante generaciones. ¡Es un dios bastante especial para planificar sus cosas!

Y volviendo al asunto del sentido, nosotros estaríamos aquí solo con el objetivo de lograr ser admitidos en esa posterior vida eterna en un plano alternativo de existencia, donde ahí sí lograremos ser completamente felices.

Eso me lleva a pensar que al ser esta vida una preparación, sería esta vida un trabajo, un esfuerzo. Aquí seríamos seres sin oportunidad de ser fuertes y felices para arreglárnoslas por nosotros mismos ahora, pues todo vendrá después. No sé, me recuerda al hecho de que esta curiosa religión se creó y cimentó entre gente de un pueblo débil, de esclavos, atrapados entre las tres civilizaciones más grandes del mundo en ese momento, a quienes no se les daba mucho campo para poder pensar como lo haría un pueblo con oportunidades y autonomía de la época. Dicho de otro modo, era un pueblo sumiso y apaleado que solo podía encontrar consuelo en imaginar una vida futura donde sí podrían ser felices, ya que en esta solo sufrían. Me suena ligeramente alejado a nuestra realidad, ¿o es muy tonto lo que estoy diciendo?

Y antes de que cualquier apologético salte como gato con cinco litros de adrenalina en la sangre, hay que aceptar que sea lo que sea que podamos o no lograr en esta vida, mientras estamos «a prueba», deben asumir que siempre el objetivo final termina siendo esa otra supuesta vida; en ningún caso esta.

Y en esta otra esquina: la posición atea

El ateo no tiene ninguna certeza acerca de lo que pasará después de morir. Es una de las características de quien no tiene miedo a asumir que desconoce algo. Y creo que no es descabellado pensar que simplemente no tenemos verdades absolutas; ¿qué hay de malo en no saber algo?

Luego, por consecuencia y según las opciones, tenemos que lo más probable es que al morir simplemente todo acabe. Hay consistente evidencia acerca de que la mente, la conciencia, los recuerdos, y todo el «software» funciona en nuestro cerebro, por lo que si este deja de funcionar, lo más probable es que todo eso termine. Sería como desconectar un computador mientras está funcionando, ¿o cuando el computador está apagado consideran la posibilidad de que los programas sigan ejecutándose en un mundo paralelo?

Y a eso le vemos algo positivo: la vida que tenemos la consideramos como la única que tenemos, por lo que todo el valor que podemos imaginar, está en lo que vivimos ahora. Nuestra vida es lo que tenemos, nuestro medio y nuestro objetivo final; todo está ahora. No hay una vida hipotética posterior que sea más importante, o la meta, sino que es lo que tenemos en este momento lo más importante.

Solemos estar todos de acuerdo, por algún motivo, que el fin último del hombre es la felicidad. Y a partir de eso, si consideramos que tenemos esta vida solamente, entonces buscamos y vivimos toda la felicidad que podamos ahora mismo; no postergamos nada a algo que creemos que pudiera existir después.

Vivimos sabiendo que esta vida es lo más importante y buscamos ser felices ahora.

Esto nos motiva a varias cosas:

  • Nuestro esfuerzo se paga ahora. Podemos disfrutar la cosecha de lo que sembramos sin ninguna culpa impuesta.
  • Vivimos buscando resolver nuestros problemas y perdonarnos entre nosotros mismos. No esperamos que un ser hipotético sea el que perdona y reúne a la gente después: si tenemos conflictos con otras personas, buscamos resolverlos o perdonarlos ahora; no habrá una segunda oportunidad en un reencuentro en otra vida.
  • Dejamos los sentimientos hacia un ser perdido en nuestras memorias más preciadas y seguimos adelante con nuestras vidas. No vivimos anhelando con nostalgia volver a verlo, con la tensión propia de saber que en realidad es solo una esperanza.

Hay más cosas, pero al menos esas son las que se me vienen a la cabeza en este minuto.

La libertad de elegir sin presiones

Sea cual sea la opción que uno decida tomar, siempre es buena idea hacerlo de una forma transparente y sincera con uno mismo. ¿Estoy decidiendo según lo que yo he razonado?, ¿o lo hago porque pienso que es lo correcto, o lo que debería decidir?

Yo decidí tomando en consideración cuánto valoro mi libertad y lo que opino con respecto a las amenazas de la creencia religiosa. Aunque el tema de la ficción vs. realidad también es importante (!) No sé a ustedes, pero a mí me inquieta un poco la idea de vivir pensando en que te están evaluando. Prefiero vivir pensando en que hago las cosas por lo que considero bueno por sentido común y porque disfrutaré de sus frutos en algún momento.

Por un lado, el creyente suele advertir a otros de su suposición (la prueba, las amenazas, etcétera), pero por otro lado el ateo solo sugiere vivir tranquilo, sin obligaciones inventadas y sin amenazar ni advertir de ningún castigo o pérdida. Solo invitamos a disfrutar la vida que tenemos y a no postergar nada a algo que es solo una suposición; ¿no suena un poco más amable y esperanzador?

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